Esta más que claro que “Cidade de Deus” (Ciudad de Dios) desarrolla su película en torno a la pobreza y la violencia que existía y existe en las favelas de Brasil, específicamente Rio de Janeiro, donde los ricos están alejados de los pobres y, estos últimos están constantemente en un limbo del que no pueden salir, ya que tal como dice el lema de esta favela: “Quien llega a Ciudad de Dios no sale de ella.” Independientemente de que esto sea una frase característica de este lugar, no es algo que este ajeno a todos nosotros, es algo que vemos y escuchamos constantemente, personas que quieren salir de la pobreza y poder vivir en lugares más “privilegiados” donde además se les trate “mejor”, pero que a pesar de sus esfuerzos hay algo que los impulsa a seguir donde mismo, ese “algo” normalmente son los de las clases más altas que se esmeran en clasificarlos como pobres o muchas veces como delincuentes. ¿Por qué ocurre esto? Pues sencillamente por ese miedo que se nos crea en nuestro inconsciente ese miedo o sicosis que nos crean para poder llenarnos de seguridad y de cosas que nos protejan, tal como se nos dice en el texto: “El <> se ve aquí como un impulsor de la <>…” (“El archipiélago carcelario”, Pág. 427).
La historia de esta película, parte en los años sesenta donde se empiezan a crear estos lugares donde se les entregaba su casa propia a las familias de menos recursos, en esos tiempos estas personas no vieron las consecuencias, sino que simplemente corrieron por lograr obtener su propia casa aunque fuera por un costo muy alto. Claramente con el tiempo se dieron cuenta de los primeros indicios de la verdadera razón por la que los mandaron lejos, eran considerados un mal. Si, ellos eran visto como algo que arruinaba la postal o la linda imagen que se publicitaba de Rio de Janeiro, a los ricos no les importaba su salud o condición solo les interesaba dejarlos lo más lejos posible y así tener algo menos de que preocuparse o de que tener miedo, quizás. Por esta nula preocupación existió una escasez de oportunidades y con esto nulas ofertas laborales que dio paso a la delincuencia, es decir, los ricos sin darse cuenta al alejarlos crearon más males y por ende se auto crearon más miedos que consigo trajo más seguridades y más consecuencias que se nos muestran en la película. Esta delincuencia era considerada justificada, ya que era por una lucha de igualdad social y de poder sobrevivir en este lugar, bueno era justificada por los más pequeños que a en lugar de estar jugando y estudiando, se dedicaban a estar con armas, robar, matar y demostrar quién es el más fuerte. Es aquí donde aparece Zé Pequenho, quien con 10 años un arma y una gran sonrisa mata al líder del “Trio ternura”, una de las bandas más peligrosas en esa década, y quien por ende se le declara líder innato de Ciudad de Dios. Es aquí donde se puede notar que al igual que hoy en día la delincuencia no distingue razas, géneros o edades, en esta favela se puede notar por este último factor, niños que al no tener un mejor ejemplo creen que hacen el bien, ya que repiten lo que los adultos están haciendo, no tienen un ejemplo claro del bien, solo les interesa subsistir y ganar poder.
En los setenta la favela aumenta exponencialmente su población, ya no todos viven “decentemente” sino que viven aglomerados unos con otros y donde ya no sabes dónde termina una casa y empieza la otra. Con el aumento de la población empeoran los males, ya no es la delincuencia, sino que el narcotráfico, esto ocurre gracias a que Zé Pequenho se nombra líder de la favela matando a todos sus enemigos y estableciendo este nuevo negocio con una nueva política dentro de la favela, él dice en la película: “dile a los pequeños que en mi favela nadie roba ni viola.”, esto porque necesitaba negocios con los lugares más importantes de la ciudad, necesitaba que entraran los ricos a comprarle drogas a los pobres. Con esto además la policía no solo fue amenazada sino que también coimeada, para que no detengan el narcotráfico, es decir, Ciudad de Dios se convierte en algo de lo que se nos habla en el texto: “…claramente donde viven es una ciudad de terror, hay 0 seguridad y como que de cierta manera la policía escapa de los personajes, les temen…” (“El Archipiélago carcelario”. Pág. 422)
A pesar de estas nuevas “normas” que impone Zé Pequenho, Bené, su mejor amigo, en sus intentos de subsistir y salir de Ciudad de Dios, es asesinado por accidente de manos de un niño, dando fin a la “paz” que Zé Pequenho había logrado hasta ese momento. Por esta razón y a raíz de una venganza por violación a causa de Zé Pequenho, estalla una guerra imparable que da paso a la organización de un grupo de jóvenes que terminan por dividir la ciudad en dos dando como resultado a miles de muertos y un sinfín de delincuentes capturados, ya que para ese entonces la policía había decidido intervenir por la presión de los medios. Toda la película termina con la muerte de Zé Pequenho provocada por un grupo de niños los que entusiasmados por querer controlar Ciudad de Dios matan al que se les oponga, en este caso, el hasta entonces, su líder.
Este fin da a conocer el limbo que se vive en estas favelas donde no importa la época ni la edad siempre terminas en lo mismo, quizás esta vez era una favela llamada Ciudad de Dios, pero donde es claro que no importa el país ya que hoy en día donde hay pobreza, hay aislamientos y pocas oportunidades que se provocan por el miedo constante que se nos crea en nuestras cabezas a q no querer salir de nuestras casa y a prohibirles el desarrollo personal, económico o laboral a estas personas que tal como vimos en la película buscan algo mejor, creyeron lograr algo mejor pero solo lograron repetir la historia, tener un cierre circular y dar a entender que “quien llega a Ciudad de Dios no sale de ella”.